Los Propios Recursos
- María Carolina Villalobos
- 30 ago 2017
- 4 Min. de lectura

Cuando nos encontramos con la expresión: “Accede a tus recursos propios” muchas veces no tenemos claro de lo que se trata y es importante saber de lo que hablamos. En este caso entramos en un proceso de aprendizaje e identificación para reconocer que los tenemos por doquier. A continuación vamos a aclarar este concepto.
Cada persona tiene recursos propios con los que puede operar en su vida y acceder a ellos en el momento en que los necesite siempre y cuando los conozca y los distinga en sí mismo.
En su puesta en marcha, los recursos crean poder y control sobre los temas y áreas de la vida. Dichas ayudas, no hacen referencia a cosas o temas externos del individuo. No se habla de dinero o posesiones, se habla de habilidades y talentos innatos que todos tenemos y que están en cada persona. De su identificación y confianza podremos realizar un excelente trabajo que nos permita generar un cambio fundamental sobre los diferentes temas que manejamos.
Para trabajar, descansar, protegerse, amarse, vivir, relacionarse y para todo lo que se nos ocurra y nos acontezca en la vida. Por todo lo anterior, podemos utilizar y poner en práctica los recursos propios.
Estos medios pueden estar dados en detalles tan sutiles como seleccionar y ponerse a escuchar la música que nos hace feliz.
Saber observar lo que nos pasa y reconocer la situación en el momento en que sucede es muy importante. Se podrá por ejemplo identificar desde la calma y la serenidad emociones como la tristeza, el desánimo o el mal momento que se presente. Con ese despertar, le ofrecemos bienestar al espíritu y al ser para que se vaya recuperando poco a poco de lo que lo acongoja. Así nos animaremos a experimentar otras alternativas para sentirnos mejor y saldremos con aplomo del estado negativo en el que nos encontremos.
Otro modo puede ser el hecho de aplicar la suavidad y la cordialidad a la hora de relacionarnos con personas difíciles, disonantes o irascibles. Quienes reconocen dichos talentos, claramente pueden entrar a direccionar estos recursos hacia otros ámbitos y recoger igualmente resultados satisfactorios y estimulantes. Además, entre más utilicemos estas técnicas, más nos entrenaremos en su manejo y encontraremos también nuevos caminos para ponerlos en práctica y volvernos grandes conocedores del tema.
Cuanto más nos sintonicemos, mayor será la frecuencia con que nos mantendremos en ello. Esa voz o mundo interior maneja un lenguaje que sólo cada quien puede saber e interpretar. Se hace más fácil tomar esas herramientas propias que contienen nuestro manantial de recursos ilimitados y más que una, podemos tomar dos, tres y hasta más veces su aplicabilidad, sin temor a perder o acabar dicha reserva. Con lo anterior retomamos la ausencia de energía que suelen arrebatarnos los momentos de crisis y desorientación.
Desde el hecho de hablarnos de manera positiva y sin juicios, sonreír, abrazar, llorar, consolar, comprender, jugar, divertirse, caminar, acompañar, escribir, comunicar, explorar, recogere en el silencio, consentirse, confiar y amarse de múltiples maneras, son tan sólo algunos de los medios que siempre están disponibles en nuestra fuente de recursos ilimitados y que con muy poco de ellos podemos darle un gran alivio a nuestro ser.
Mediante el cultivo de afirmaciones motivadoras, meditaciones simples y sencillas, ejercicios de respiración, visualizaciones de sueños y metas como quien dibuja en su mente una expresión libre y espontánea de su sentir, puede encontrar en dicho ejercicio la o las respuestas a ese estado disonante por el que se encuentre atravesando.
Los recursos están allí, siempre están disponibles, son ilimitados. De hecho existen medios reconocidos por el hombre y otros desconocidos que se encuentran sin estrenar ya que no se ha tenido la oportunidad ni el escenario ideal para desarrollarlos. Esos mecanismos desconocidos que llevamos con nosotros, sólo emergen cuando la circunstancia aparece y dichos medios se muestran en todo su esplendor.
Las formas citadas son ilimitadas, están a la mano y a nuestra disposición. Ellos existen porque el ser humano por naturaleza, es un ser creativo y en dicha creatividad emergen los mecanismos de modo natural, que son previamente alimentados cuando ejecutamos con pasión las cosas y cuando además le ponemos actitud positiva a cada acción por más pequeña que ésta sea.
Los seres humanos somos formas cambiantes y en esa transformación constante nacen diversos aspectos del ser. Esas expresiones con su sello personal, ofrecen multiplicidad de aspectos y rutas de acceso para ver, hacer, sentir e interpretar el mundo en el que nos desarrollamos de manera constructiva.
Es por ello que debemos aprender a deshacernos de las etiquetas y las consignas que repetimos continuamente y que en ocasiones, aseguramos ser de esta o de aquella manera. Cuando afirmamos que nos salió mal ésta u otra situación o que tuvimos un fracaso (según nuestra interpretación de los hechos) y vivimos con esa idea sin realizar un trabajo personal de depuración, llevaremos el peso de dicha afirmación por el resto de nuestros días.
Eso sólo son situaciones e intentos. Nada es definitivo y si cien cosas salen mal, no es una constante pensar que el resto seguirá saliendo así. Lo que ayer no funcionó hoy puede contar con un resultado diferente.
Salgamos de los viejos formatos que buscan resultados específicos y vivamos la vida en función de situaciones que llegan y se van. Que de lo que salga mal estaremos aprendiendo más y de lo que salga bien, aprenderemos a reconocer nuestro rumbo, nuestros pasos y nuestro avance. Aspecto ideal para saber la dirección que llevamos y el tipo de atención que tenemos en la vida.
Es algo muy sencillo que requiere de un gran compromiso. La fórmula radica en enfocarse en lo que sí queremos y deseamos y restarle total cuidado y fuerza a aquello que no queremos y que nos causa desánimo y freno.
Todo esto lo podemos aprender y poner en práctica en cualquier etapa de la vida, inclusive en la tercera edad. Mientras se quiera, se confíe y se mantenga la actitud y el direccionamiento de todo aquello que nos hace crecer y avanzar, estaremos edificando el camino de la felicidad, la satisfacción, la armonía y el equilibrio general, viviendo en un estado de bienestar permanente.
“Cuando aprendes a identificar y a trabajar con tus recursos propios,
estás edificando las bases y el contenido del bienestar personal.”
María Carolina Villalobos S.
Y ahora, la pregunta: ¿Te animas a cambiar y a ser feliz?
Yo digo contundentemente: SI!!